domingo, 24 de mayo de 2015

Pérdida del sentido de lo…..¿sagrado? ¿qué es eso?

 
La presencia de Dios en el mundo invadido por el pecado, es casi una contradicción, pero es verdadera, “vivid en el mundo, pero sabiendo que no pertenecéis al mundo”. El cristiano se mezcla, sabiendo que es luz, que es sal, que es distinto y algo separado del resto, algo elevado por el mismo bautismo a la semejanza con Dios, y que con mas razón debe guardarse de toda mancha y pecado ante tan inmensa condición.

A su vez, Dios ha auxiliado a los pobres hombres, con signos visibles, como incansables recordatorios de un padre que sabe que sus hijos pueden olvidarse de él, ¡Santa Misericordia!, que contempla la fragilidad de sus niños predilectos, y con milagros, apariciones, santos suscitados por su gracia, les recuerda su constante Providencia y cuidado paternal.



Pero sobre todo, Dios mismo, la segunda persona de la Trinidad Santa, ha querido “quedarse con nosotros hasta el fin del mundo”, es ese pequeño pan, que sin ser tal, que adoramos día y noche en varias capillas de nuestra ciudad. Es esa apariencia de pan que recibimos de rodillas y con piedad en cada comunión, a Dios gracias porque en muchas de nuestras iglesias los comulgatorios se han vuelto a usar, como antaño. Es al Dios invisible en la sagrada hostia a quien adoramos, recibimos para santificación nuestra y a quien debemos el mayor de los respetos, aquel que puede ser tocado sólo por las manos del sacerdote, consagradas a Él.

Cuando no se sabe qué es sagrado….

 A pesar de las bondades que nuestra ciudad alberga, no faltan las irregularidades y sacudidas de vez en cuando.
El hecho es local, ocurrido en la parroquia San Antonio de Padua, de nuestro San Rafael, donde, como muchos saben, la nueva pareja de esposos distribuyó la comunión a los fieles. Se divulgó la noticia rápidamente por Facebook, y luego algunas páginas la compartieron, a su vez, se encendió un acalorado debate, entre quienes ven algo así como una falta de respeto y claro oportunismo de la Comunión; y quienes ven un acto de amor y fraternidad, como si fuera la forma natural con la que cualquier católico debe tratar la santa Eucaristía.
La nota mas relevante, es la desacralización,  que consiste en no dar debida reverencia a lo que está dedicado a Dios, a mezclar ámbitos que no se corresponden entre sí, tomar lugares que no corresponden con los ministros sagrados, utilizar un sacramento para abusar de otro.
El breve relato de los hechos sería así: una joven pareja se casa en la parroquia, invitando de Mendoza al p. Valenzuela; en el momento dado de la misa, los jóvenes esposos se encargan de distribuir la comunión; se sucede el escándalo al aparecer una foto de la boda; distintas personas se quejan ante el párroco Gutierrez, que aseguró no saber nada, ya que el casamiento se realizó fuera del horario de misas normales, y ante el obispo, que aseguró “haber tomado cartas en el asunto”.

Reflexiones:
  • El párroco se encarga de todo lo que sucede en su parroquia, y en los tiempos que corren, donde la heterodoxia y mala doctrina corren como ríos desbordados, consideramos una falta de previsión no estar preparado para lo que podría haber pasado.
  • No es la primera vez que desde la parroquia llegan noticias acerca de abusos o irregularidades a la hora de celebrar la misa, adoración o encuentros; desde la baja calidad en materia de música religiosa-no-litúrgica, pasando por la comunión en la mano, la hora de adoración con música ambiental, hasta ruidosas exclamaciones dentro de la iglesia acompañadas de aplausos, todo ello por parte de fieles “instruidos y seguidores del espíritu franciscano”. Da para desconfiar si alguien de Mendoza viene a celebrar algo.
  • Hubo un antecedente, que no trascendió tanto, con otro sacerdote venido de Mendoza también a celebrar un casamiento, donde, con la debida denuncia al obispo, se sancionó al susodicho (obviamente, de palabra, no consta ningún documento, al menos público sobre eso).
  • Cobra, como dijimos, gran importancia el tema del escándalo, que amplío a continuación.

Si el hecho resultó difundido y escandaloso, nos preguntamos por que no se ha dicho nada al respecto a tenor de la situación a nivel diocesano, siquiera con un documento escrito. No queremos saber la condena al sacerdote, al menos saber que de hecho algo se hizo, y que se advierta a los fieles sobre cuestiones básicas a la hora de administrar y recibir la comunión. Pero, en cambio, todo de palabra. Incluso el dato llega de conversaciones y preguntas privadas, lo cual, repetimos no está a la altura de la circunstancia. Creemos que tanto el párroco como el obispo deben dar cuenta a sus fieles de lo ocurrido, al menos recordando con énfasis lo que la Iglesia enseña sobre lo ocurrido.
Finalmente, para compensar el silencio de nuestros pastores, traemos el documento Redemptoris Sacramentum:


Algunos extractos que hablan por sí solos:

“[38.] Así pues, la doctrina constante de la Iglesia sobre la naturaleza de la Eucaristía, no sólo convival sino también, y sobre todo, como sacrificio, debe ser rectamente considerada como una de las claves principales para la plena participación de todos los fieles en tan gran Sacramento.[97] «Privado de su valor sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival fraterno».[98]”

“…También se debe recordar que la fuerza de la acción litúrgica no está en el cambio frecuente de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y en el misterio que se celebra.[100]”

"[45.] Se debe evitar el peligro de oscurecer la complementariedad entre la acción de los clérigos y los laicos, para que las tareas de los laicos no sufran una especie de «clericalización», como se dice, mientras los ministros sagrados asumen indebidamente lo que es propio de la vida y de las acciones de los fieles laicos.[116] (Veo la foto y no puedo sacarme estas palabras de la cabeza…)

Corresponde al sacerdote celebrante distribuir la Comunión, si es el caso, ayudado por otros sacerdotes o diáconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya terminado la Comunión de los fieles. Sólo donde la necesidad lo requiera, los ministros extraordinarios pueden ayudar al sacerdote celebrante, según las normas del derecho.[173]”

"[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea recibir la sagrada Comunión en la boca,[178] si el que va a comulgar quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la mano.[179]” (Sobre este párrafo hay que aclarar: el permiso debe ser expreso, de parte de la CE y dado por la Santa Sede. La práctica es absolutamente moderna e introducida desde ambientes de poca devoción, admitida por la Santa Sede a tenor de no aumentar las divisiones. Durante la historia de la Iglesia, siempre se consideró indigno que el laico tomara por sí mismo la hostia consagrada. Numerosos obispos y cardenales hoy en día sostienen, basados en el magisterio perenne, que la comunión en la boca es un retroceso en la vida espiritual por defecto al considerar el misterio de Dios).

“[93.] La bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún fragmento.[180]” (No la veo en la foto….)

“[94.] No está permitido que los fieles tomen la hostia consagrada ni el cáliz sagrado «por sí mismos, ni mucho menos que se lo pasen entre sí de mano en mano».[181] En esta materia, además, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se administren de modo recíproco la sagrada Comunión.” (Agreguemos: de modo recíproco y a los fieles)

Sobre los ministros extraordinarios:
“[154.] Como ya se ha recordado, «sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando in persona Christi».[254] De donde el nombre de «ministro de la Eucaristía» sólo se refiere, propiamente, al sacerdote. También, en razón de la sagrada Ordenación, los ministros ordinarios de la sagrada Comunión son el Obispo, el presbítero y el diácono,[255] a los que corresponde, por lo tanto, administrar la sagrada Comunión a los fieles laicos, en la celebración de la santa Misa. De esta forma se manifiesta adecuada y plenamente su tarea ministerial en la Iglesia, y se realiza el signo del sacramento.”

“…Todavía, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad, conforme a las normas del derecho,[256] el Obispo diocesano puede delegar también otro fiel laico como ministro extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un tiempo determinado, recibida en la manera debida la bendición.”

“[157.] Si habitualmente hay número suficiente de ministros sagrados, también para la distribución de la sagrada Comunión, no se pueden designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. En tales circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no lo ejerzan. Repruébese la costumbre de aquellos sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebración, se abstienen de distribuir la comunión, encomendando esta tarea a laicos.[258]”

Mas palabras, sobran.


In Christo fortitudo nostra….

1 comentario:

  1. Y si, ya estamos un tanto cansados de estas historias... Una y otra vez, lo mismo. Siempre atentos al castigo, a la denuncia pública y priviada, pero por mail, de los "desobedientes", pero ante la afrenta pública, notoria, desacralizante, apostática, irreverente, la voz dice: "no sabía nada... voy a veriguar"... Y el Pastor...: "...he tomado cartas en el asunto..." ¿Realmente los responsables, creen que somos etúpidos? No, no creo... sinceramente creo que además de idiotas, no tienen fe. Entonces les parece más grave que alguno no los siga sin cuestionamientos, y que lo que ellos hacen en nombre de la pastoral, pisoteando lo sagrado, lo eterno y todo aquello cuya responsabilidad pasa estrictamente por ellos, no es importante, pues en difinitiva, no creen en nada. Dios nos guarde de estos ministros y pastores infieles.

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