La presencia de Dios en el mundo invadido por el pecado, es casi una contradicción, pero es verdadera, “vivid en el mundo, pero sabiendo que no pertenecéis al mundo”. El cristiano se mezcla, sabiendo que es luz, que es sal, que es distinto y algo separado del resto, algo elevado por el mismo bautismo a la semejanza con Dios, y que con mas razón debe guardarse de toda mancha y pecado ante tan inmensa condición.
A su vez, Dios ha auxiliado a los pobres hombres, con signos
visibles, como incansables recordatorios de un padre que sabe que sus hijos
pueden olvidarse de él, ¡Santa Misericordia!, que contempla la fragilidad de
sus niños predilectos, y con milagros, apariciones, santos suscitados por su
gracia, les recuerda su constante Providencia y cuidado paternal.
Pero sobre todo, Dios mismo, la segunda persona de la
Trinidad Santa, ha querido “quedarse con nosotros hasta el fin del mundo”, es
ese pequeño pan, que sin ser tal, que adoramos día y noche en varias capillas
de nuestra ciudad. Es esa apariencia de pan que recibimos de rodillas y con
piedad en cada comunión, a Dios gracias porque en muchas de nuestras iglesias
los comulgatorios se han vuelto a usar, como antaño. Es al Dios invisible en la
sagrada hostia a quien adoramos, recibimos para santificación nuestra y a quien
debemos el mayor de los respetos, aquel que puede ser tocado sólo por las manos
del sacerdote, consagradas a Él.
Cuando no se sabe qué es sagrado….
El hecho es local, ocurrido en la parroquia San Antonio de
Padua, de nuestro San Rafael, donde, como muchos saben, la nueva pareja de
esposos distribuyó la comunión a los fieles. Se divulgó la noticia rápidamente
por Facebook, y luego algunas páginas la compartieron, a su vez, se encendió un
acalorado debate, entre quienes ven algo así como una falta de respeto y claro
oportunismo de la Comunión; y quienes ven un acto de amor y fraternidad, como
si fuera la forma natural con la que cualquier católico debe tratar la santa
Eucaristía.
La nota mas relevante, es la desacralización, que consiste en no dar debida reverencia a lo que está dedicado a Dios, a mezclar ámbitos
que no se corresponden entre sí, tomar lugares que no corresponden con los
ministros sagrados, utilizar un sacramento para abusar de otro.
El breve relato de los hechos sería así: una joven pareja se
casa en la parroquia, invitando de Mendoza al p. Valenzuela; en el momento dado
de la misa, los jóvenes esposos se encargan de distribuir la comunión; se sucede
el escándalo al aparecer una foto de la boda; distintas personas se quejan ante
el párroco Gutierrez, que aseguró no saber nada, ya que el casamiento se
realizó fuera del horario de misas normales, y ante el obispo, que aseguró “haber
tomado cartas en el asunto”.
Reflexiones:
- El párroco se encarga de todo lo que sucede en su parroquia, y en los tiempos que corren, donde la heterodoxia y mala doctrina corren como ríos desbordados, consideramos una falta de previsión no estar preparado para lo que podría haber pasado.
- No es la primera vez que desde la parroquia llegan noticias acerca de abusos o irregularidades a la hora de celebrar la misa, adoración o encuentros; desde la baja calidad en materia de música religiosa-no-litúrgica, pasando por la comunión en la mano, la hora de adoración con música ambiental, hasta ruidosas exclamaciones dentro de la iglesia acompañadas de aplausos, todo ello por parte de fieles “instruidos y seguidores del espíritu franciscano”. Da para desconfiar si alguien de Mendoza viene a celebrar algo.
- Hubo un antecedente, que no trascendió tanto, con otro sacerdote venido de Mendoza también a celebrar un casamiento, donde, con la debida denuncia al obispo, se sancionó al susodicho (obviamente, de palabra, no consta ningún documento, al menos público sobre eso).
- Cobra, como dijimos, gran importancia el tema del escándalo, que amplío a continuación.
Si el hecho resultó difundido y escandaloso, nos preguntamos
por que no se ha dicho nada al respecto a tenor de la situación a nivel diocesano,
siquiera con un documento escrito. No queremos saber la condena al sacerdote,
al menos saber que de hecho algo se hizo, y que se advierta a los fieles sobre
cuestiones básicas a la hora de administrar y recibir la comunión. Pero, en
cambio, todo de palabra. Incluso el dato llega de conversaciones y preguntas
privadas, lo cual, repetimos no está a la altura de la circunstancia. Creemos
que tanto el párroco como el obispo deben dar cuenta a sus fieles de lo
ocurrido, al menos recordando con énfasis lo que la Iglesia enseña sobre lo
ocurrido.
Finalmente, para compensar el silencio de nuestros pastores,
traemos el documento Redemptoris Sacramentum:
Algunos extractos que hablan por sí solos:
“[38.] Así pues, la doctrina constante de la Iglesia sobre
la naturaleza de la Eucaristía, no sólo convival sino también, y sobre todo,
como sacrificio, debe ser rectamente considerada como una de las claves
principales para la plena participación de todos los fieles en tan gran
Sacramento.[97] «Privado de su valor
sacrificial, se vive como si no tuviera otro significado y valor que el de un encuentro convival
fraterno».[98]”
“…También se debe recordar que la fuerza de la acción
litúrgica no está en el cambio frecuente
de los ritos, sino, verdaderamente, en profundizar en la palabra de Dios y
en el misterio que se celebra.[100]”
"[45.] Se debe evitar el peligro de oscurecer la
complementariedad entre la acción de los clérigos y los laicos, para que las
tareas de los laicos no sufran una especie de «clericalización», como se dice,
mientras los ministros sagrados asumen indebidamente lo que es propio de la
vida y de las acciones de los fieles laicos.[116] (Veo la foto y no puedo sacarme estas palabras de la cabeza…)
“Corresponde al
sacerdote celebrante distribuir la Comunión, si es el caso, ayudado por
otros sacerdotes o diáconos; y este no debe proseguir la Misa hasta que haya
terminado la Comunión de los fieles. Sólo
donde la necesidad lo requiera,
los ministros extraordinarios pueden ayudar
al sacerdote celebrante, según las normas del derecho.[173]”
"[92.] Aunque todo fiel tiene siempre derecho a elegir si
desea recibir la sagrada Comunión en la boca,[178] si el que va a comulgar
quiere recibir en la mano el Sacramento, en los lugares donde la Conferencia de
Obispos lo haya permitido, con la confirmación de la Sede Apostólica, se le
debe administrar la sagrada hostia. Sin embargo, póngase especial cuidado en
que el comulgante consuma inmediatamente la hostia, delante del ministro, y
ninguno se aleje teniendo en la mano las especies eucarísticas. Si existe
peligro de profanación, no se distribuya a los fieles la Comunión en la
mano.[179]” (Sobre este párrafo hay
que aclarar: el permiso debe ser expreso, de parte de la CE y dado por la
Santa Sede. La práctica es absolutamente moderna e introducida desde ambientes
de poca devoción, admitida por la Santa Sede a tenor de no aumentar las
divisiones. Durante la historia de la Iglesia, siempre se consideró indigno que
el laico tomara por sí mismo la hostia consagrada. Numerosos obispos y
cardenales hoy en día sostienen, basados en el magisterio perenne, que la
comunión en la boca es un retroceso en la vida espiritual por defecto al
considerar el misterio de Dios).
“[93.] La bandeja para la Comunión de los fieles se debe
mantener, para evitar el peligro de que caiga la hostia sagrada o algún
fragmento.[180]” (No la veo en la foto….)
“[94.] No está permitido que los fieles tomen la hostia
consagrada ni el cáliz sagrado «por sí mismos, ni mucho menos que se lo pasen
entre sí de mano en mano».[181] En esta materia, además, debe suprimirse el abuso de que los esposos, en la Misa nupcial, se
administren de modo recíproco la sagrada Comunión.” (Agreguemos: de modo recíproco y a los fieles)
Sobre los ministros
extraordinarios:
“[154.] Como ya se ha recordado, «sólo el sacerdote
válidamente ordenado es ministro capaz de confeccionar el sacramento de la
Eucaristía, actuando in persona Christi».[254] De donde el nombre de «ministro
de la Eucaristía» sólo se refiere, propiamente, al sacerdote. También, en razón
de la sagrada Ordenación, los ministros ordinarios de la sagrada Comunión son
el Obispo, el presbítero y el diácono,[255] a los que corresponde, por lo
tanto, administrar la sagrada Comunión a los fieles laicos, en la celebración
de la santa Misa. De esta forma se manifiesta adecuada y plenamente su tarea
ministerial en la Iglesia, y se realiza el signo del sacramento.”
“…Todavía, si lo aconsejan razones de verdadera necesidad,
conforme a las normas del derecho,[256] el
Obispo diocesano puede delegar también otro fiel laico como ministro
extraordinario, ya sea para ese momento, ya sea para un tiempo determinado,
recibida en la manera debida la bendición.”
“[157.] Si habitualmente hay número suficiente de ministros
sagrados, también para la distribución de la sagrada Comunión, no se pueden
designar ministros extraordinarios de la sagrada Comunión. En tales
circunstancias, los que han sido designados para este ministerio, no lo ejerzan. Repruébese la costumbre
de aquellos sacerdotes que, a pesar de estar presentes en la celebración, se abstienen de distribuir la comunión,
encomendando esta tarea a laicos.[258]”
Mas palabras, sobran.
In Christo fortitudo nostra….
Y si, ya estamos un tanto cansados de estas historias... Una y otra vez, lo mismo. Siempre atentos al castigo, a la denuncia pública y priviada, pero por mail, de los "desobedientes", pero ante la afrenta pública, notoria, desacralizante, apostática, irreverente, la voz dice: "no sabía nada... voy a veriguar"... Y el Pastor...: "...he tomado cartas en el asunto..." ¿Realmente los responsables, creen que somos etúpidos? No, no creo... sinceramente creo que además de idiotas, no tienen fe. Entonces les parece más grave que alguno no los siga sin cuestionamientos, y que lo que ellos hacen en nombre de la pastoral, pisoteando lo sagrado, lo eterno y todo aquello cuya responsabilidad pasa estrictamente por ellos, no es importante, pues en difinitiva, no creen en nada. Dios nos guarde de estos ministros y pastores infieles.
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